Los yacimientos no convencionales donde se utiliza el fracking son formaciones poco permeables y compactas, en las que los hidrocarburos se encuentran dispersos. Para liberarlos se debe fracturar la roca inyectando millones de litros de agua a alta presión (98%), mezclada con arena y una serie de aditivos químicos (2%); la cantidad de litros varía en función de la cantidad de fracturas que se realicen por pozo. Esto posibilita que los hidrocarburos asciendan a la superficie junto con parte de la mezcla inyectada, denominada reflujo (se recupera una cantidad que varía entre un 9 y un 35%). El resto queda en el subsuelo.
Los potenciales impactos pueden ser:
Contaminación del agua subterránea y superficial y uso de grandes cantidades de agua;
Contaminación del aire con sustancias de alta toxicidad;
Gran ocupación territorial;
Mayores emisiones de gases de efecto invernadero;
Aumento de la actividad sismica;